Creo que no ocurre con frecuencia. La mayoría de las veces empezamos a pensar en ello cuando las cosas a las que estamos acostumbrados comienzan a cambiar y son reemplazadas por otras nuevas, que a veces incluso nos asustan.
No quiero hablar ahora sobre aquellas cosas que arrebatan la vida antes de la vejez fisiológica, ya que esta llega a cada persona en momentos distintos. Hoy quiero reflexionar sobre el proceso de envejecimiento de nuestro organismo.
La salud de cada persona me parece como una gran copa, y el tamaño de esa copa varía de una persona a otra: algunos tienen una copa de un litro, mientras que otros tienen una mucho más grande. Esta copa se asemeja a una copa de vino invertida, con una delgada base en la que se enrosca una serpiente. La serpiente inclina su plana cabeza sobre la copa y deja caer una gota de su veneno en ella.
En nuestra percepción, el veneno es una sustancia que, al interactuar con el organismo, lo intoxica y lo lleva a la muerte. Sin embargo, no siempre es solo el veneno lo que daña nuestro cuerpo. Por ejemplo, algunos alimentos que consumimos pueden proporcionarnos nutrientes beneficiosos que se digieren fácilmente, pero también pueden contener sustancias difíciles o incluso imposibles de digerir en nuestro sistema digestivo, que pueden tener un efecto tóxico.
Por eso, propongo considerar esa gota que la serpiente tentadora deja caer en nuestra copa únicamente como un veneno potencial.
Cuando una madre da a luz a su hijo, al principio casi no necesita pensar en cómo alimentarlo. Lo amamanta con leche materna, que contiene todas las vitaminas y minerales necesarios para la salud y el crecimiento normal del bebé. He visto en varias ocasiones cómo mi esposa rociaba leche materna en la nariz y los ojos del bebé como medida de prevención y desinfección.
Los padres responsables siempre están atentos a lo que come y bebe su hijo. Por eso, es muy raro que nuestros niños pequeños sufran alguna enfermedad seria en su infancia. Sin embargo, a medida que el niño crece, su dieta se vuelve más desordenada. A pesar de esto, mientras siga comiendo en casa, mantiene un horario regular de comidas.
Pero llega un momento en el que nuestro hijo comienza su vida independiente. Es entonces cuando experimenta la euforia de poder dormir cuanto quiera, comer lo que le apetezca y cuando lo desee, sin darse cuenta de que, precisamente en esta etapa, empiezan a aparecer los primeros problemas de salud.
Recuerda tu propia experiencia: ¿cuándo fue la primera vez que pensaste en lo que estabas comiendo o bebiendo y con qué regularidad lo hacías? Y si te preguntaran si alguna vez reflexionaste sobre las vitaminas y minerales esenciales para tu organismo, probablemente responderías que no.
Esto significa que quizás hayas oído hablar o leído en alguna parte sobre alimentos sabrosos y saludables, pero no sabes cómo alimentarte correctamente y continúas comiendo como siempre lo has hecho.
Propongo a todos los adultos que se detengan a analizar y comprender qué ocurre en nuestro organismo y con él. Todos sabemos que nuestro cuerpo está compuesto por el esqueleto, masa muscular, grasa, cerebro, conexiones nerviosas y neuronales, corazón, pulmones, hígado, riñones, aparato digestivo, vasos sanguíneos, tendones, cartílagos, sangre y agua. Cómo interactúan todos estos componentes entre sí es información que se puede encontrar en la literatura disponible, por lo que no me detendré a explicarlo en detalle.
Lo más importante para nosotros es entender qué vitaminas y minerales son esenciales para nuestro cuerpo y qué enfermedades pueden derivarse de su deficiencia o exceso.
Según la literatura científica, nuestro organismo necesita las siguientes vitaminas: A, B1, B2, B3, B5, B6, B9, B12, C, D, E, K y H. Además, son fundamentales los siguientes minerales: calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio, sodio, zinc, cobre y selenio.
No debemos olvidar tampoco la importancia de las proteínas, grasas, carbohidratos, diversos tipos de ácidos, azúcar, fibra alimentaria, almidón, colesterol y, por supuesto, el agua.
Todo lo mencionado anteriormente es necesario para nuestro organismo, pero en proporciones y dosis específicas.
Además, para muchos organismos es crucial encontrar proporciones y dosis personalizadas. Estos organismos requieren un ajuste preciso. Todos conocemos la diferencia entre el sonido de un instrumento desafinado y uno afinado.
Volviendo a lo mencionado: las configuraciones básicas del organismo humano las proporcionan los genes de los padres, la familia, la espiritualidad y el carácter. Durante el crecimiento, algunas vitaminas son producidas por el propio organismo, y no se experimenta una carencia notable de ellas. Sin embargo, los constantes niveles de estrés a los que estamos expuestos en la actualidad actúan como desencadenantes de alteraciones en las conexiones neuronales. Esto provoca que organismos previamente bien ajustados comiencen a fallar y requieran ajustes en hábitos y alimentación.
Todos los organismos pueden volver a ajustarse. Si no se ignoran las primeras molestias, es posible regresar a una vida normal, pero con un mayor nivel de conciencia sobre qué se puede comer y beber, en qué cantidades, y cómo preparar alimentos que sean deliciosos y saludables.
Retomando el inicio de esta reflexión, añado que cualquier "copa", en el caso de aquellas personas que se alimentan sin cuidado, tarde o temprano se llenará. Lamentablemente, solemos notar que algo no va bien cuando ya comienza a desbordarse. Para evitar este desbordamiento y ralentizar el llenado de la copa, como mínimo, debemos empezar a alimentarnos correctamente.